El mundo sublunar del tiempo y el mundo supralunar de la presencia

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Solicito una entrevista con el Khan. Le manifiesto mis deseos de volver a la Tierra, mi planeta. Él intenta convencerme para que me quede en la luna. Incluso me ofrece un cargo que ha quedado vacante: el de Lector de Poesía del Khan. Antes, este cargo lo ostentaba un alto funcionario Xa. Pero nunca fue capaz de leer poesía como antes, luego de que se le extirpara su Dispositivo de Adquisición Lingüística. Sin embargo, mi decisión está tomada. Es hora de partir.
En reconocimiento a mis servicios, el emperador me regala nada más y nada menos que el libro robado del Gabinete de Libros Secretos, el pequeño aleph donde todas las poesías aparecen ocupando el mismo punto del universo.


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