Un tercio del número de quarks menos el número de antiquarks dentro del sistema

¡Otra vez Dot Perinch! Mercenario, megatraidor, ultraimpostor, carente de todo posible escrúpulo, intenta nuevamente vender su mercadería robada al mejor postor, sea cual sea su signo. Debería haberlo dejado a su suerte en la cueva de los niños metrofóbicos.
Luego de una larga discusión, y tras recordarle una y otra vez que es gracias a mí que aún conserva su Dispositivo de Adquisición Lingüística en su cerebro, Dot accede a devolverme el libro del Khan.
¡Que emoción! Finalmente podré enterarme de qué tipo de publicaciones guarda el emperador en el Gabinete Secreto de la Biblioteca.
Dot Perinch sale de detrás del biombo y se dirige al enorme abanico de plumas de avestruz que cuelga del ángulo superior del espejo de su tocador. De él extrae una pequeña perla que forma parte del bordado y me la entrega.
-Observa- me insta.
Entonces, cierro mi ojo izquierdo, acerco la perla a mi ojo derecho y miro a través de ella: se trata de un aleph literario, un punto en el universo desde el que puedan leerse todas las poesías del cosmos simultáneamente, un microcosmos poético de alquimistas y cabalistas, un multum in parvo, la enumeración parcial que da cuenta de un conjunto infinito: todas las poesías ocupando el mismo punto del universo, sin superposición ni transparencia.
Ahora, podré volver a la Ciudad Imperial y defender mi inocencia.


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