Mi escritorio está colocado frente a uno de los inmensos ventanales de la biblioteca. Cada día, mi vista recorre el árido paisaje lunar en los alrededores del cráter Agatharchides, un cráter de impacto localizado en la frontera Sur del Oceanus Procellarum, en la región entre el Mare Humorum y el Mare Nubium. Como Asesora Poética y Jefa del archivo del Khan, poseo un sitio privilegiado en el extremo Suroeste del enorme edificio de cristal. La pared oeste está ocupada con los ordenadores de todos los copistas. En este momento hay en la biblioteca unos 30. Provienen de los sitios más recónditos del universo y, muchos de ellos, son poetas ellos mismos. Pero también hay mercenarios cósmicos (como es el caso de Dot), campesinos lunares y alguno que otro funcionario del Khan caído en desgracia. También hay, además de mí, dos de poetas terrestres que luego de ser liberados por el Emperador decidieron, como yo, permanecer en la luna. Sin embargo, de los poetas terrestres en la biblioteca, yo soy la única que ha rechazado la devolución de su corazón.