Quien controla al rey, controla al reino

Llego como todas las jornadas laborales a la Biblioteca dispuesta a enfrentar mi destino. De sobra sabía al aceptar mi puesto que en la luna, la de las múltiples caras, la moneda corriente es la traición. Quizás por eso, el Khan la ha instituido como el delito máximo. Judas, Bruto y Casio, Hipias, Demarato, John Ward, Macbeth y ahora, yo misma. El Khan, furioso, pensará en lo equivocado que estuvo al otorgarme su confianza. ¿De qué serviría alegar que me han tendido una trampa? En la luna no existen las excusas ni las justificaciones para los traidores.
Llegando a la sala principal, no me extraña ver a varios miembros de la Policía de Palacio ir y venir trasladando documentos y ordenadores. Evidencia incautada que seguramente será usada en mi contra. Tomo valor y dirijo mis pasos hacia mi escritorio. En eso, alguien me coge de la mano y me aparta subrepticiamente hacia una de las estanterías, tras la Zona de Máquinas. Es uno de los copistas de la Vulpecula: “Scale Styles ha sido descubierta por la Policía Secreta del Khan. Su conspiración ha sido desbaratada. Han incautado todos los ordenadores del Anexo Sur y se la están llevando detenida”, me susurra con evidente nerviosismo. No he terminado aun de asimilar la información del copista cuando este introduce en mi mano un papel arrugado y desaparece.
Escondida detrás de los libros, video caseteras y Dvds apilados en la estantería puedo ver cómo dos guardias mongoles se llevan a Scale arrastrada por el pasillo principal hacia la salida. Su mirada altiva permanece fija en el frente, en algún lugar más allá de todos nosotros.


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