Durante el viaje, inmerso en las elocuencias de su propio discurso, Brush Strokes le cuenta a Belén Gache sobre la revolución que está teniendo lugar en el planeta Tierra.
Su cubierta como ingeniero de sistemas en los almacenes de minería de datos de la Corporación TTC (TeraTang Corporation), en el polígono industrial de Fuenlabrada, le sirve para ocultar su verdadera actividad como hacker del metacódigo. Su misión es la de evitar la autorreplicación del lenguaje-objeto, desestabilizar la strata semiológica hegemónica y desterritorializar el poder de la enunciación colectiva mediante la inoculación de signos-partícula (fuente de energía de la semiótica asignificante).
Pero Belén Gache no puede prestar demasiada atención a lo que Strokes le está contando. Su mente está lejos, en algún lugar de la luna en el que sus dolorosos recuerdos no dejan de perturbarla. Su deprimido ánimo no puedo evitar mezclar la decepción por el estado en que encuentra a su planeta de origen con una profunda tristeza por la muerte del robot AI-Halim.
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