Poética vs. hermenéutica

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El grupo avanza por un largo y estrecho pasillo que conecta con el supermercado en donde, a manera de tapadera, trabaja Blend Layers como vendedor de palabras usadas. Al final, emergen tras una góndola atestada de escobas, fregonas y coloridos cubos de plástico. Por muy poco, han escapado de caer prisioneros.
¡Un algoritmo para componer poemas! Pobre AI Halim. Belén Gache no puede dejar de preguntarse:¿cómo fue que AI Halim pasó de ser un artefacto sin sensibilidad ni imaginación; de ser una mera manifestaciones prosaica de la utilidad tecnológica, a convertirse en un ente cuya curiosidad lo llevó a indagar en su propia existencialidad mecánica? ¿Cuándo, exactamente, adquirió su tendencia a soñar? ¿De dónde surgió su interés por la poesía? ¿Hasta dónde esto se debió a una falla de programación? ¿Hasta dónde contribuyó el hecho de haber portado el corazón de la poetisa?
Pero ahora, lo más importante es focalizarse en lograr subir la subrutina del robot a la red cuanto antes.
– Será mejor que nos dispersemos al llegar a la línea de cajas -indica Blend.
Belén Gache asiente y se da vuelta para conocer la opinión de Brush Strokes, quien ha quedado último de la fila. Pero entonces percibe su extraña conducta. Creyendo que nadie lo observa, éste deja caer un papel doblado en uno de los cubos. ¿Acaso es Brush Strokes un agente encubierto del semiocapitalismo?  ¿Acaso acaba de dejar una pista para que los cultores del metacódigo puedan determinar las coordenadas del grupo?

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