El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada

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Poco a poco, el programa de recuperación de datos va mostrando los sectores corruptos en los archivos del disco duro del robot. Blend Layers y Brush Strokes analizan las modificaciones llevadas a cabo por el programa y, eventualmente, reponen alguna que otra parte del código faltante. AI-Halim había realizado una serie de estudios para lograr responder profundos interrogantes que aún su privilegiada mente de robot no alcanzaba a comprender: ¿cómo diferenciar la poesía de lo que no es poesía?, ¿qué tienen en común todos los poemas? Y, en todo caso, ¿para qué sirven?
Una serie de archivos dan cuenta de sus intentos. Pero, entre todos ellos, hay una carpeta bajo el nombre de Sabotaje Retroexistencial que llama poderosamente la atención al grupo: ¡contiene, por lo que pueden inferir, archivos que componen un complejo algoritmo creado por el propio AI-Halîm para componer poemas! Lamentablemente, la parte del disco que la contiene está sumamente dañaday, después de múltiples intentos, sólo logran recuperar una breve subrutina.
Entusiasmados por el feliz descubrimiento, no dudan en que el siguiente paso debe ser subir la subrutina a la red. Lo harán a modo de homenaje al robot y para que todos los humanos puedan disfrutar de sus poemas. ¡Un increíble hallazgo!
Absortos en la tarea, no reparan en que media docena de enfermeros de la Unidad Esquizo- lingüística han ingresado en el locutorio y llevan a cabo una redada. ¡Serán atrapados irremediablemente y llevados al Hospital Central para ser sometidos al Corrector de Mentes! ¿Habrá sido una mera casualidad que la redada tuviera lugar en el preciso momento en que ellos se hallaban allí trabajando sobre el disco duro del robot?, ¿sería una de las tantas redadas aleatorias llevadas a cabo por los guardianes del semiocapitalismo? ¿O acaso habrá un topo en el grupo delatando sus coordenadas?
Los enfermeros comienzan a revisar, uno a uno, los apartados del locutorio. En un arriesgado movimiento, el dueño del local abre sigilosamente una de las cabinas telefónicas y, una vez dentro de la misma, levanta una tapa en el piso dejando al descubierto un pasadizo secreto.
-¡Rápido!, ¡por aquí! – indica.
Y el grupo tiene justo tiempo de desaparecer por una escalera subterránea antes de que los enfermeros se percaten. La mala noticia es que el algoritmo de AI Halim no ha completado su subida a la red. La buena, es que Belén Gache ha logrado traerse consigo el disco duro del robot, evitando así que éste caiga en las manos equivocadas.

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