La vida y muerte de Marina Abramovic en Madrid

Supongo que es un problema de enunciación. Llevar a escena la propia autobiografía, cuando no es ni más ni menos interesante que la biografía de cualquiera, es pretencioso y antipático. Así que la obra ya parte con este pecado original. Otro problema es que si el nombre de uno está en el título de la obra y uno está allí, en escena, seguramente el público esperará que uno haga algo. Y si uno no hace nada, bueno, defrauda las expectativas normales. Esto es exactamente lo que sucede con la obra La vida y muerte de Marina Abramovic. Que sí vale la pena, claro, la escenografía de Robert Wilson. Que Antony es adorable, sin duda. Pero los textos  son aburridos y Marina Abramovic, insubstancial. Y todo esto hace que se tenga que aguantar, al final de la pieza, las ovaciones para Antony Hegarty y un frio aplauso de compromiso para ella. Bueno, siempre es mejor que cortarse los dedos con un cuchillo…(igual no). Además, para esta obra estaba a la venta un 30%, sobrante de abono. Con lo cual, el 70% del publico eran señoras y señores que protestaban en el intervalo, “¡Pero esto no es una ópera!”