“Sólo porque sea bibliotecaria no significa que tenga que vestirme como una”

Belle da Costa Green era la bibliotecaria jefa de la colección de manuscritos, incunables y libros raros de JP Morgan, uno de los hombres más poderosos en el Nueva York de comienzos del siglo XX. Entre otras cosas, Belle se ocupaba de comprar nuevas piezas para la colección, motivo por el cual venía con frecuencia a Europa. Aquí se codeaba con lo más granado de la sociedad. Millonarios, coleccionistas de arte y artistas quedaban fascinados con esta mujer brillante, de apariencia exótica, que vestía siempre deslumbrantes vestidos, abrigos y sombreros. Si bien nunca se casó, Belle tuvo una serie de públicos y tórridos romances, entre ellos, uno con Bernard Berenson, un famoso crítico de arte conocido de Marcel Duchamp. Pero lo que pocos sabían es que Belle guardaba un secreto. En lugar de ser la Belle da Costa Green que decía ser, era en realidad Belle Marion Greener, hija del primer graduado de color de la Universidad de Harvard y una mujer mestiza. Belle, cuya piel era clara y poseía ojos verdes, no sólo se había cambiado el apellido sino que había inventado tener ancestros portugueses como para explicar su contextura un tanto extraña para los ojos norteamericanos de la época. Pero esto no era todo. Además, ella había trucado la mayor parte de su currículum para acceder al puesto de bibliotecaria de Morgan. Fue su rival y competidora Isabella Stewart Gardner la que se encargó de despertar sospechas sobre sus verdaderos orígenes, enviándoles cartas a todos sus conocidos, entre ellos, a Duchamp. Algunos creen entender que no fue otra que Belle la que inspiró las fotografías de Duchamp tomadas por Man Ray donde él posa vestido de mujer, llamándose Rrose Sélavy. Las falsas apariencias, el travestismo, la simulación estaban a la orden del día en el mundo artístico. El mismo Bernard Berenson, por ejemplo, en realidad se llamaba Bernhard Valvrojenski.