Tesoros escondidos en las letras (y en los números)

Conocida es la fascinación que poseía Edgar Allan Poe por la criptografía. Incluso llegó a tener una columna en el Alexander’s Weekly Messenger, de Filadelfia, desde la cual instaba a sus lectores a enviarle acertijos para resolver. En sus textos de ficción aparecen igualmente referencias a criptogramas. Por ejemplo, El escarabajo de oro cuenta la historia de William Legrand, un extraño sujeto oriundo de Nueva Orleans, a quien los avatares del destino han llevado a la perdida isla de Sullivan, cerca de las costas del estado de Carolina del Sur, en los Estados Unidos. Legrand consigue encontrar un tesoro, que resulta haber sido enterrado allí por el propio Capitán Kidd, a partir del desciframiento de unos números escritos con tinta invisible sobre un antiguo pergamino. El método que utilizó para resolver el criptograma encerrado en dichos números es descrito por Poe en el cuento con todo detalle.