Esplendor tropical

Todos los emigrados españoles (incluida mi madre) que en las décadas del 40 y 50 viajaron rumbo a Sudamérica coinciden en el shock que les producía la entrada del barco en la bahía de Rio de Janeiro. El esplendor tropical, la modernidad de ese paraíso opulento y exótico, dejarían grabada para siempre en sus memorias esa imagen: “Cuando llegamos a Río de Janeiro fue fantástico. Llegamos al anochecer. Veníamos de España, donde había restricciones eléctricas y prácticamente andábamos en tinieblas, con una luz siempre mortecina. Y al llegar a Río, era una explosión de luz. De luces de colores y de carteles de neón, que entonces no se usaban en España. Las luces, además, se reflejaban invertidas en el agua de la bahía, y era un panorama bellísimo. Era algo que no podíamos creer”, recuerda mi madre.