Autorretratos y Selfies como tesis de existencia

Filed under: Scrapbook | Tags: | enero 15th, 2014
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Autorretrato con espejo curvo, el famoso cuadro de Parmiggianino llevado a la poesía por John Ashbery

Selfie con espejos

El género del autorretrato a prosperado a lo largo de la historia del arte. Diferentes artistas han adherido a él en diferentes épocas: Leonardo, Durero, Rembrandt, El Greco, Velazquez, Goya, Courbet, Van Gogh, Frida Kahlo entre otros. Un autorretrato insiste en la temática del yo y del nombre propio. En un autorretrato, una persona se representa tanto para los demás como para sí misma. Pretende así, a partir de la propia representación, asirse a sí mismo, cristalizarse en tanto sujeto y, eventualmente, trascender su propia existencia. El autorretrato es, en este sentido, una tesis de existencia. Es también un acto de autoconmemoración: mientras que todo retrato es un recordatorio, una conmemoración, un epitafio, una exhaltación del sujeto, un monumento.
Un autorretrato implica las nociones de espejo y duplicación. En su famoso estudio sobre Las Meninas, Michel  Foucault señalará el juego de espejos presente en esta representación de la representación del espacio moderno. Más allá de este juego barroco de espejos presentado por Velázquez, la noción de doble visibilidad se nos presenta como la esencia misma, en este caso, del autorretrato: se trata de alguien que representa a la vez que es representado, alguien que intenta descubrirse a la vez que es descubierto, alguien que se ve a sí mismo viéndose. En un autorretrato, el sujeto se ve envuelto en una modalidad especular de conocimiento. Esta modalidad especular tendría, como señala Jaques Lacan, la misma forma que adopta la conciencia al volverse sobre sí misma. Somos capaces de captar el mundo en una percepción que parece pertenecer  a la misma inmanencia del “me veo verme”. O, dicho de otra manera, el “me veo verme” se ve convertido en el punto de partida de la conciencia.
En cierta forma, un autorretrato es un espejo bizarro. Como en un espejo, el sujeto se desdobla en alguien que mira y alguien que es mirado. Como un Narciso que se extasía contemplando su propio rostro en el reflejo de agua, detiene su mirada sobre sí mismo hasta que devenga la duda: ¿quién está mirando a quién?
En el caso del autorretrato no es la mirada del otro sino la propia mirada la constituyente. En el autorretrato existe la voluntad de volverse a construir, de re-crearse, compitiendo con el poder genealógico del propio padre. El artista de autorretrato derriba a la genealogía edípica. En el autorretrato, el yo no tiene padre, se engendra a sí mismo, se autorreproduce.


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