Piedras solares

Filed under: Scrapbook | Tags: | marzo 9th, 2013
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Las piedras solares son un tipo de mineral de cuya existencia dan cuenta varias fuentes islandesas de los siglos XIII y XIV. En estas fuentes, sin embargo, aparece como objeto alegórico y mítico. Aparentemente, sin embargo, poseían una existencia real y eran utilizadas por los vikingos, tal como dan cuenta las sagas escandinavas, como un instrumento de navegación que les permitía localizar al sol aunque el cielo estuviese completamente cubierto de nubes.  Esto se debía a que tenía la capacidad de polarizar la luz.
Los vikingos recorrieron miles de kilómetros rumbo a Islandia y a Groenlandia, e incluso descubrieron América del Norte mucho antes que Colón. Las piedras solares explicarían cómo se las habrían arreglado para recorrer estas enormes distancias en la noche polar. El mecanismo era el siguiente: la piedra debía ser movida recorriendo el campo visual hasta detectar una coloración amarilla en la fóvea del ojo. Alternativamente, un punto debía colocarse en la parte superior del cristal para que, al mirarlo desde abajo, aparecieran dos puntos en lugar de uno (esto sucedía por que la luz se despolarizaba y fracturaba en el cristal). El cristal debía ser rotado hasta que los dos puntos tuvieran la misma luminosidad. El ángulo de la cara superior mostraba, entonces, la dirección del sol. Más allá de su utilización en el campo de la náutica, los cristales polarizados habrían sido útiles también como “relojes de sol”, especialmente en zonas de altas latitudes con noches muy largas. Las iglesias y monasterios se habrían servido de estos dispositivos para determinar el ritmo de las horas canónicas. Sin embargo, hasta hace poco, la arqueología no había dado nunca con ninguna de estas piezas.
Hace unos pocos días, una piedra solar, perteneciente al naufragio de un buque de guerra de la época isabelina, fue encontrada en el Támesis. El hallazgo no sólo posee el interés de comprobar cómo eran estos dispositivos sino que, además, indica que el método siguió siendo utilizado por los marinos hasta bastante después de la invención del compás magnético. La explicación podría deberse a que, en ocasiones, determinados elementos en los navíos perturbaban la orientación de las brújulas magnéticas, de forma que, pare evitar errores, un cruce de información con las piedras solares era recomendable.


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