Ventrílocuos

Los orígenes de la ventriloquía se encuentran en el ámbito religioso. Las personas creían que, aquellos capaces de hablar con sus bocas cerradas, en realidad eran mensajeros de los difuntos, quienes se comunicaban con los vivos a través de ellos. Uno de los primeros ejemplos registrados es el Pitia, una de las sacerdotisas de Apolo, quien se dedicaba a dar voz al oráculo de Delfos. El Nuevo Testamento da cuenta igualmente de una joven capaz de emitir palabras sin mover los labios, que acompañaba a San Pablo. Fue recién en el siglo XIX que la ventriloquia se convirtió en un arte performático, apareciendo la paradigmática imagen del ventrílocuo en el escenario de algún teatro de variedades, sentado en un banco y apoyando en sus rodillas  un muñeco de madera vestido de smoking, a partir del formato ventrílocuo-muñeco como dúo cómico y en donde el muñeco hace las veces de doble del actor. Famosos fueron los dúos El Gran Lester y su muñeco Frank Byron, Jr. O Edgar Bergen y su muñeco  Charlie McCarthy.
Más allá de la cultura Occidental, otras sociedades han practicado igualmente la ventriloquia. Por ejemplo, los zulúes, los maoríes y los esquimales.