Wordless pain

Edvard Munch, El Grito, 1895

 El Grito de Edvard Munch fue subastado y vendido ayer en Sotheby´s, Nueva York, por 120.000.000$. En realidad, es una de las cuatro versiones que el artista escandinavo había pintado de esta obra, tenida por uno de los más logrados ejemplos de la representación de la angustia del hombre moderno. El Grito ha sido analizado por muchos filósofos, entre ellos, Fredrick Jameson. Éste analiza la manera en que el sonido del grito mudo se vuelve visible en el cuadro a partir de las ondas de color que rodean al personaje. Las líneas envolventes no son sino las paredes de la mónada leibniziana. El ser humano permanece prisionero dentro de una membrana de subjetividad, soledad, ansiedad y alienación. Gilles Deleuze, por su parte, encuentra importantes similitudes entre la obra de Munch y la pintura de Francis Bacon, Versión del retrato de Inocencio X, de Velázquez. En esta se plasma otro grito mudo: uno que capta las “fuerzas de lo invisible”, que se resiste a ser interpretado. Un grito pura sensación que busca liberarse de la palabra y del concepto. El cuadro de Munch también ha sido tratado por Jacques Lacan, en su Seminario sobre la angustia, para ejemplificar el status de la voz, o más bien, del grito no escuchado, mutismo estructural que la pintura subraya mediante la representación de la figura del homúnculo carente de orejas.