Secretarios desencantados

Filed under: Scrapbook | Tags: | marzo 20th, 2012
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Bartleby, el amanuense (Una historia de Wall Street) es un relato del escritor estadounidense Herman Melville, publicado en 1856, Bartleby es un amanuense que consigue trabajo en una firma de abogados y que, si bien al comienzo trabaja correctamente, pronto comienza a volverse reticente. A cada cosa que se le es demandada, el contesta con la frase “Preferiría no hacerlo”. Por otra parte, se descubre que B. en realidad nunca deja la oficina. De hecho, se ha quedado a vivir allí. Pronto, ya ni siquiera manifiesta voluntad de cumplir con su trabajo de copista con lo cual su empleador decide despedirlo. Pero B. se niega a irse. Incapaz de expulsarlo por la fuerza, el jefe decide en cambio irse él y trasladar sus oficinas a otro sitio. Bartleby permanece allí para desazón y angustia de los nuevos inquilinos del lugar. Finalmente, es detenido por vagabundo y encerrado en la cárcel. Allí se deja morir de hambre. En un breve epílogo, el narrador comenta que el extraño comportamiento del protagonista puede deberse a que antiguamente trabajaba en la Oficina de Cartas Perdidas, en Washington D. C. Bartleby, el escribiente es un relato precursor del existencialismo y de la literatura del absurdo y anticipa temas que aparecerán luego en la literatura de Kafka.
Otros amanuenses distintos son Bouvard y Pécuchet. En esta obra de Gustave Flaubert, publicada en 1881 (un año después de la muerte del autor), se retrata a estos dos mediocres escribientes de 47 años que trabajan en París y que allí se hacen amigos. Cuando Bouvard hereda una fortuna, ambos deciden dejar sus respectivos trabajos e instalarse en la campiña cerca de Caen, dedicándose a búsquedas intelectuales que los entusiasmen. Así, van pasando de una rama del conocimiento a otra, sin profundizar ni  detenerse mucho en ninguna. Paralelamente, su relación con los vecinos locales se va deteriorando cada vez más a tal punto que finalmente intentarán incluso echarlos de la zona. Desencantados con el mundo,  B y P deciden retornar a su antiguo trabajo de copistas. Incapaces de entusiasmarse con los temas que abordan más allá de una mera introducción a los mismos, van pasando de uno a otro: agricultura, jardinería, química, anatomía, medicina, biología, geología, arqueología, arquitectura, la historia del duque de Angoulême, mnemotécnica, literatura, gramática, estética, política, gimnasia, ocultismo, teología, filosofía, religión, música, urbanismo, magia, frenología, educación, etcétera. En su texto, Flaubert se mofa de la voluntad de sus contemporáneos por recolectar, catalogar, sistematizar, listar  todo posible conocimiento científico, histórico, estético por una parte y por otra la liviandad con que los temas eran mal comprendidos y tratados.  Por otra parte, expone cómo creencias establecidas durante siglos eran contradichas y desarticuladas en diez líneas por otras opuestas igualmente demostradas y, a su turno, demolidas por otras.
En este afán enciclopédico, los amigos amanuenses confunden sistemáticamente signos y realidad. Texto precursor de las teorías semióticas y del posmodernismo, Jorge Luis Borges comprendió al instante su alcance filosófico escribiendo en 1954 su Vindicación de Bouvard y Pécouchet. Allí señala que “Las negligencias o desdenes o libertades del último Flaubert han desconcertado a los críticos; yo creo en cambio ver en ellas un símbolo. El hombre que con Madame Bovary forjó la novela realista fue también el primero en romperla (…) la obra mira, hacia atrás, a las parábolas de Voltaire y de Swift y de los orientales y, hacia delante, a las de Kafka”.

 


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