Día de la Inmaculada

Filed under: Scrapbook | Tags: | diciembre 8th, 2011
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Desde el punto de vista iconográfico, este tema de la Inmaculada aparece mucho después del de las Vírgenes de Majestad o de Piedad. De hecho, es prácticamente extraño para la Edad Media. Fue recién hacia finales de esta (fines del siglo XV), que comienza a presentarse en la iconografía del arte cristiano, tomando por fuente tanto el Cantar de los Cantares como el Apocalipsis. La virgen se asimila a la novia del Cantar de los Cantares, con sus atributos (el sol, la luna (que se representa en forma de luna creciente, evocando la castidad de Diana -y que luego también pasó a simbolizar la victoria de la cristiandad sobre la media luna turca), el jardín, el pozo de aguas vivas, el cedro del Líbano, el lirio, la Torre de David, la puerta del cielo). A estos se suma la fuente del Apocalipsis, concretamente, la visión de Juan en Patmos que describe “una mujer vestida de Sol”. El tipo iconográfico definitivo –que descarta la mayoría de los atributos de la novia del Cantar de los Cantares- fue concretado por el arte barroco del siglo XVII. La Inmaculada Concepción aparece rodeada de ángeles. Sus pies aplastan la serpiente tentadora, que recuerda su domiio sobre el pecado original. Enviada por Dios desde el cielo, desciende a la tierra, de pie sobre la luna, coronada de doce estrellas. Se la representa siempre vestida con túnica blanca y manto azul, respectivamente símbolos de pureza y eternidad.

La España mística se apoderó de este tema, registrándose una amplia proliferación de sus imágenes y siendo especialmente famosas las inmaculadas de Murillo, Zurbarán o Ribera. Serán sin embargo las de Murillo las más barrocas y las que más han prendido en el imaginario popular. Sus jóvenes y bellas inmaculadas elevan la mirada al cielo. Sus ondulantes prendas y sus cabellos parecen hacerlas flotar, bañadas de luz dorada y en medio de los escorzados querubines que la portan. Esta iconografía sensual y “orgiástica” de vírgenes y santas es típicamente barroca y nos hace recordar obras como El éxtasis de Santa Teresa (de Ávila), de Bernini, en la capilla Cornaro.


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