Sólo soy un pobre mono intentando no morir

Filed under: Scrapbook | Tags: | octubre 24th, 2011
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“La luna brillaba en el cielo sin nubes, una luna enorme tan cercana a la Tierra que parecía tocar las copas de los árboles. Tarzán, el hombre mono, avanzaba entre las tupidas sombras de la vegetación. La jungla diurna es presidida por Kudu, el sol, y es muy diferente a la selva nocturna, presidida por Goro, la luna. Cada una tiene sus propias luces y sombras, sus propios pájaros, sus propios perfumes, sus propias fieras, sus propios ruidos. Tarzán adoraba la jungla de noche.

Él no comprendía cómo funcionaba su cerebro. Pensaba que sus dedos sabían cuando tocaban; sus oídos sabían cuando oían; sus ojos sabían cuando veían; su nariz, cuando olía. Imaginaos a un niño lleno de curiosidad frente a los milagros de la naturaleza, rodeado únicamente por bestias de la selva incapaces de responder a sus preguntas. Veía las flores abrirse y cerrarse, veía a las hojas moverse aun cuando no había brisa, veía a las ramas crecer y enmarañarse en las ramas más grandes y en los troncos de los árboles. Para él, todas estas cosas eran milagros. A su criterio, el viento se originaba en los árboles y el pasto, que se balanceaban hacia un lado y hacia el otro, a fin de generarlo. Con respecto a la lluvia, según él, esta se generaba en las estrellas y la luna. Recostado contra un árbol, Tarzán pensaba, intentando explicarse los misterios del cosmos…”

Tarzán y los cuentos de la selva, Edgar Rice Burroughs (traducción mía, más o menos libre)


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