La reina loca

Filed under: Scrapbook | Tags: | octubre 18th, 2011
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Demencia de doña Juana de Castilla, Lorenzo Vallés, 1866.

La reina española Juana I de Castilla, pasó a la historia como “Juana la Loca”. Al morir su marido Felipe, el Hermoso, repentinamente y a temprana edad (muchos especulan que se trató de un envenenamiento), ella, quien además, se encontraba en avanzado estado de gestación, se consagró a trasladar su cadáver a través de España. El rey había fallecido en la ciudad de Burgos y debía ser enterrado en Granada. Para colmo de males, se desató una repentina epidemia que motivó que la reina se quedara un tiempo en la Cartuja de Miraflores (Burgos) junto con el féretro. Juana pedía diariamente a los monjes que abrieran el ataúd para acariciar a su marido. A pesar de que todos le indicaban que su marido había muerto, ella les hacía hablar en silencio. A su criterio, sólo estaba dormido. Fue recién en diciembre, en el medio del durísimo invierno burgalés, que comenzó el traslado del cadáver hasta el panteón real de Granada. Juana vagaba, siempre por las noches, atravesando campos y ciudades abrazada al ataúd. El lúgubre espectáculo de la reina y su comitiva (de religiosos, nobles, damas de compañía, soldados y sirvientes) conmocionaban a la gente en los caminos. Vagaron ocho meses cargando con el féretro. En la ciudad de Torquemada (Palencia), Juana dio a luz a Catalina, su sexta hija. Su desequilibrio mental se agravaba cada día, hasta que finalmente su padre decidió encerrarla en Tordesillas, en donde estuvo recluida durante 46 años.


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