Bicicleta patafísica

El motivo de la bicicleta adquirió una gran importancia para las poéticas de vanguardia. Fue utilizado, por ejemplo, por Samuel Beckett, Marcel Duchamp (Ready-made con rueda de bicicleta y banquito) o Alfred Jarry. En la obra de este último, más allá del isomorfismo de las ruedas girantes con el espiral del Padre Ubú, aparece reiteradas veces en su literatura: en La Pasión entendida como una carrera de bicicletas, en la máquina del tiempo del Dr. Faustroll o en El Supermacho. Con su cadena y engranajes, la bicicleta se vio convertida en el paradigma de la técnica mecánica de principios del siglo XX pero también en una perfecta metáfora de las aspiraciones y frustraciones del hombre y de la tragicomedia de la vida humana. La rueda de la bicicleta, con sus giros, se asemejaba además a un reloj. Recordemos que, para la ciencia patafísica de Jarry, las máquinas eran esencialmente máquinas para explorar el tiempo. Con su creciente velocidad, la máquina se acercaba cada vez más al infinito. Gilles Deleuze señalaba, por su parte, en Critique et clinique, que “la bicicleta patafísica era una metáfora del Gran giro de la Tierra”.