Belén Gache

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  El libro del fin del mundo (The Book of the End of the World)

 

El Libro del Fin del Mundo
(The Book of the End of the World)
Poetry, hypertexts
120 pgs.
(Fin del mundo ediciones
Book and CDROM -Mac y PC)
2002


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In the seventeenth century, Leibniz proposed the creation of an encyclopedia that would get together all fields of human knowledge. This led to an interest in the works of Raymond Llull, Athanasius Kircher or John Dee and centuries ahead, on the ideas of Vannevar Bush and Ted Nelson.
El Libro del Fin del Mundo also presents itself as an encyclopedia, an unfinished encyclopedia with an open corpus, providing space for questioning about identities and differences under which we distribute, recognize and name our world.
Reminding us of Aloysius Bertrand, Marcel Schwob or the medieval bestiary, El Libro del Fin del Mundo proposes the creation of different possible worlds, autonomous universes, each with its own order, laws and regularities.

The publication, in graphical format, includes pages that refer to digital works on the CD that accompanies the book. Erasing the border between graphics and digital media, as well as between linguistic and visual signs emphasize the notions of nonlinearity and “forking paths” implicit in the conception of the work.

Some of the net-poetry pieces included here have won prizes at events like the Postcagean Interactive Sounds (Machida City Museum, Japan), Buenos Aires video XIII, ICI Multimedia Award Video Experimental and participated in events such as Hypertext '01 (University of Aarhus, Denmark ) and FILE (Museum of Image and Sound of São Paulo), among others.




 

Presentation of El libro del Fin del Mundo at the Tamayo Museum
Mexico City, May 5 - 2003
In order to present projects related to new media authors, the Cyberlounge of the Tamayo Museum of Contemporary Art opened Immersed forum projects, which starts its activities with the presentation of El Libro del Fin del Mundo.
Coordinated by the Mexican artist Arcangel Constantini.
More information at Nettime...


Text for the presentation of the book at the Cultural Center Spain-Cordoba, May - 2003
By Federico Falco
 

"El libro del fin del mundo" de Belén Gache, es un libro, primero, pero es mucho más que eso. Como mínimo, es un libro traicionero... un libro con vuelta, o mejor,  un libro sin vuelta atrás. De alguna manera el libro funciona como una enciclopedia: un conjunto de entradas y conceptos organizados taxonómicamente en seis grandes grupos, y sin embargo, también, es la idea misma de "enciclopedia" lo que el libro explota desde dentro, destruye desde su seno mismo... expande.

En un juego de abismo, una de las entradas del "Libro del Fin del Mundo" corresponde al artículo "El libro del fin del mundo"... metatextualmente la misma obra se define contando una pequeña historia: la de un emperador que manda  construir una gran muralla alrededor de su vasto y variado imperio y decreta que "en adelante el mundo sería solamente el territorio contenido dentro de esa muralla". Después, inventa una nueva lengua, una nueva manera de llamar las cosas de  ese mundo y la impone. Las más de doscientas lenguas y ciento ochenta alfabetos que convivían en sus dominios son  censurados. Finalmente, quema todos los libros del reino y dedica el resto de su vida a escribir uno sólo, único, y nuevo: El libro de la Verdad, "donde consignó el verdadero nombre de todas las cosas".

Años después, cuando el emperador murió, su sucesor "consideró las reformas del emperador anterior como un sacrilegio: una única lengua y un único libro eran, sin duda, inadecuados para nombrar toda la variedad de cosas que había en el imperio. Dedicó entonces largos años a recorrer monótonas llanuras y empinados valles, desoladas playas e inhóspitos desiertos. Incluso llegó hasta los mismos confines del mundo buscando libros que hubiesen escapado a la hoguera. Con los escasos fragmentos sueltos que encontró, fue formando poco a poco el Libro del Fin del Mundo."

Es así como el "Libro del Fin del Mundo" recoge los fragmentos, recontruye un mundo desde su fin, desde sus desechos, o desde sus salvaciones, pero también, como todo listado enciclopédico, el libro construye un mundo nuevo, un mundo propio: aquel contenido, definido entre las dos tapas del volumen.

Y es aquí donde  Belén centra el núcleo de la obra: en la tensión máxima, que podría parecer contradictoria pero no, entre esas dos ideas. La de un libro que  construye un mundo y la de un autor que  de-construye  un libro.

Porque, anotado en papel, e inscripto en tinta, el objeto libro se expande más allá de las durezas de tapa y contratapa, para buscar nuevos formatos, nuevos lenguajes, y nuevas maneras de construir y definir el mundo; que  es un mundo infinito, cambiante, y por lo tanto, también exige un libro siempre inconcluso, creciente, centrípeto.

Formalmente, el libro escapa del papel para remitir primero a un CD rom, portado en la solapa, y después, a Internet. El medio digital brinda otros soportes a los conceptos y a las definiciones requeridas para este nuevo mundo y organiza, cita y recita los restos encontrados por el emperador aquel. Sin embargo, el salto entre un formato y otro no es abrupto, la amplitud de géneros, que va desde la fábula hasta la poesía visual, incorpora estas nuevas entradas luminosas y compuestas por bits de información como componentes naturales de una enciclopedia eterna.

Hipertextual en el sentido electrónicamente usual del término, "El libro del fin del mundo" lo es también en su noción de la apropiación, de la cita, de la compilación. Así, por ejemplo, en la entrada correspondiente a "El lenguaje de los pájaros"  voces mecánicas, sintetizadas, construyen y re-citan, en el doble sentido de la palabra, aquellos poemas encontrados en el mundo existente (o sobre viviente) para definir esos objetos extraños que son, en este caso, los pájaros. Pájaros reales, que generaron los versos de Baudelaire, Darío o  Poe, son recitados por pájaros eléctricos, por imágenes de pájaros, como en un museo de los restos de un mundo desaparecido, como en una arqueología, justamente, de un mundo ya finalizado.

Para terminar, una última idea. Esta enciclopedia en expansión  constante, esta expansión del libro como objeto, deja inferir, de tanto en tanto, el nombre de ese imperio finalizado y reconstruido. Lo llama "Belenlandia", como si correspondiera a un mundo propio, a un mundo único generado solamente  por el recorte que produce la mirada de la autora. Una mirada tal vez, tan descentrada y excéntrica como la de los personajes de sus dos primeras novelas, "Luna India" y "Divina Anarquía". No creo, sin embargo, que sea así. Hay un salto ontológico entre los mundos creados, los mundos de ficción y este, retratado aquí. Los mundos de ficción copian miméticamente, este mundo del "fin del mundo", en cambio, se vale del poder instaurador de la palabra, del valor de verdad de la imagen,  y del enraizamiento en las redes virtuales de información para  difuminar las fronteras entre  obra y modelo, entre representación y realidad.

Se constituye, en fin, no como un mundo paralelo o posible, sino como el mundo que se reconstruye sabiendo leer las entre líneas de los significantes que construyen nuestro propio mundo.