De poesías sin palabras y el estado de no-mente

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Introduzco mi mano en la chatarra y, jalando con fuerza, extraigo mi palpitante corazón del interior del robot. Acto seguido, lo coloco en mi pecho y conecto una a una las aurículas, las arterias y las venas. Automáticamente, me invade un caleidoscopio de sensaciones. Flashes de imágenes se suceden en mi cerebro: de mi sueño criónico, del barracón de escritura, de los interminables pasillos de la Biblioteca del Khan, del cabaret guarida de los poetas rebeldes, de la biblioteca vacía de Ji Kang en el interior de la montaña. Y una y otra vez, intercalándose entre estas imágenes, los enormes ojos de AI Halim X9009 interrogándome: ¿Qué significa sentir? ¿Qué es el yo? ¿Qué es la poesía? ¿Qué significaba ser un poeta? De a poco, las imágenes van desapareciendo y me penetra una extraña sensación de bienestar.


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