Unos ven, otros oyen, algunos creen

El piloto de la nave, que ha estado varias veces en el Sextante 47, me cuenta que allí el paisaje está dominado por un vasto conjunto de industrias químicas pesadas, representadas por grandes empresas en su mayoría transgalácticas que contaminan el espacio interestelar con su acumulación de residuos peligrosos y el consiguiente riesgo de explosiones e incendios. Los vientos cósmicos que dominan la zona, contribuyen a que las masas de aire contaminadas lleguen a los núcleos urbanos, en los que se perciben claramente el humo de las factorías. Dice también que, aunque la fórmula de la tinta verde que se produce en las refinerías es estrictamente secreta, existen algunos rumores de que está hecha en base a sangre verde de moluscos, conductora de metalproteínas.
De la luna a la Tierra en una nave supra-hipersónica como esta, se llega en poco más de seis horas. Paso el resto del viaje con la frente apoyada contra la fría ventanilla de fibra de cristal fotónico, con la mirada perdida en un cielo cada vez más rosa.


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