La eterna noche es tan negra que puede verse cómo, en el cielo, distantes galaxias paren miríadas de nuevas estrellas. El gato cuántico y yo avanzamos hundiendo nuestros pasos en el polvo plateado de la superficie lunar.
– ¿Es la vida social en el planeta Tierra incompatible con la felicidad y la libertad de los seres humanos? – pregunta el gato.
Sin duda, intenta hacer conversación para que el largo camino que nos espera se haga más duradero.
Estoy por contestarle que la clave consiste en trascender el plano de lo sensorio e incluso también el de la razón, cuando de repente somos sorprendidos nada más y nada menos que por el propio comandante Aukan que nos aborda saliendo de un salto por detrás del risco de un acantilado. Nos cierra el paso amenazándonos con una pistola de rayos paralizantes, de esas que no solamente te paralizan sino que también te envían en un puente Einstein Rosen a otra coordenada espacio-temporal.