Luego de una agotadora jornada de marcha escalando escarpados acantilados lunares, resbalando por las laderas de los glaciares de olivina y piroxeno y hundiendo nuestros pasos en la porosa lava solidificada del Mare Nectaris, los rinocerontes se han dormido.
El gato cuántico y yo nos disponemos a descansar junto a una fogata que el felino ha encendido con la mente. ¡El frío es tan intenso en estas latitudes! La danza hipnótica del fuego se refleja en nuestras pupilas y enciende en ellas titilantes y aletargadas chispas. Y justo cuando estoy por rendirme al sueño, escucho nuevamente …………….beeep……………..beep…….el robot AI Halim intenta comunicarse conmigo desde el planeta Tierra.