Algunos poetas malditos, algunos poetas muertos y algunos poetas malditos muertos.

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¿Qué habrán querido decir los campesinos lunares al afirmar que el comandante Aukan los ha traicionado?
El gato cuántico me guía hacia mi primer destino secreto: la guarida de los poetas extremos. Allí, un decadente cabaret resiste entre alaridos performáticos, éxtasis lírico-existenciales y nubes de humo. Me encuentro con la baronesa Morgen Sterben. Está vestida con un sombrero de armiño y unas calzas plateadas. Se acerca a mí, saturada, y me planta tres alternativos besos en las mejillas. La rebelión se ha puesto en marcha.

Mientras alguien, desde un podio, inicia la Lectura poética n12 (“¡Ahoi ¡ ¡ahoi! Boum boum boum   Teerpappe  macht  Rawagen in der  Nacht  sweetheart   mine is  waiting  patiently   for  me…”), me despido de la baronesa con otros tres besos alternos en las mejillas contrarias.
Al ir saliendo del cabaret-guarida  puedo reconocer, entre los concurrentes, a algunos poetas malditos, a algunos poetas muertos y a algunos poetas malditos muertos.


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