Un mundo en el que caben muchos mundos

Al concluir la jornada de trabajo en la Biblioteca, atravieso la muralla de la ciudad Imperial. Paso junto a la Torre de Emisión de Frecuencias Gamma, bordeo la Torre de los Cerrojos, surco los campos de corazones, cruzo el Terminador y me dirijo hacia el lado oscuro. La superficie de la Luna es de color gris y está agujereada por innumerables impactos que, en forma de cráteres, recuerdan pasadas colisiones del satélite con asteroides, cometas y meteoritos. Muchos de estos cráteres han sido inundados por lava que, con el paso de los siglos, se ha secado en su interior.

Recuerdo como si fuera ayer cuando caímos en esta zona, eyectados de la Selena 47, junto al robot AI Halim. Caminábamos con dificultad, bordeando esta misma profunda depresión llena de lava seca. Una cordillera de dunas se extiende hacia el horizonte y, para cualquier dirección donde uno mire, sólo se ve el inconmensurable océano de magma.
No tengo idea a qué me enfrento. ¿Será acaso una trampa de Dot Perinch? Aún hoy, luego de ver cómo Scale Styles era apresada por la guardia mongola del Khan, no puedo tener la certeza absoluta de que fuera ella quien enviara los anónimos para chantajearme. ¿Y si hubiera sido Dot? Sus archivos de mind downloading que he logrado descifrar evidencian su clara vinculación en los graves incidentes de los cocoterales del Mare Imbrium. Pero lo cierto es que Dot hace varias jornadas que no aparece por la Biblioteca y nunca he podido conffrontarlo con estos hechos. Intento en vano responder a todos estos interrogantes. Envenenamientos, conspiraciones, traiciones son moneda corriente aquí en la luna. Pero de momento, todo lo que hay por aquí es frio y silencio.


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