Como las mariposas se acercan a las flores recién nacidas, Bodhidharma dice: «No sé»

Aparentemente, todos se han marchado ya y la Biblioteca ha quedado vacía. Estoy a punto de retirarme cuando veo, en estado de shock, que las pantallas de los ordenadores, ya apagadas, se encienden de pronto y en cada una de ellas se reproduce el vídeo de una cámara de seguridad en el que se ve claramente que soy yo la que está instalando el virus en el ordenador central.
Aturdida, me doy vuelta y estoy a punto de tropezar con Scale Styles. Ella me ha estado vigilando todo el tiempo. Pero mucho me sospecho que ella mismas es quien ha estado enviándome los anónimos, tendiéndome así una trampa. Me dice que me vaya de la Biblioteca y que no vuelva. Si vuelvo, tendré que enfrentarme a que me denuncie ante el Gran Khan. ¿Cuál será su urgencia en sacarme del medio? ¿Tendrá ella alguna relación con el atentado a la Biblioteca? ¿Y con la muerte de los rinocerontes lunares?
Si bien desde el primer momento desconfié de Scale, el hecho de que ella catalogara mi Oda a la libertad de los poetas como una obra subversiva me hizo evidente que ella era mi enemiga. Y ahora todo esto. Salgo del establecimiento completamente alterada. ¿Será esta la última vez que pise la Biblioteca? ¿Qué hacer?


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