
Leer es una forma particular de negociar con las palabras del otro; un otro que ha perdido su cuerpo enunciativo en aras de la independencia de los propios textos. Ya sean lecturas de palabras hipnóticas, palabras que crean mundos, palabras que enloquecen, palabras que matan; de alfabetos crípticos, inventados, asignificantes; con lectores avatares, lectores magos, paranoicos o maquínicos; nuestra relación con las palabras de los otros podrán ser de sometimiento, apropiación, reinvención, pero siempre estarán marcadas, como sostenía Derrida, por la ilusión de interpretación y la dispersión de sentidos.
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