Belén Gache


EL ROBOT AI-HALIM Y LA POESÍA

Ensayos Belen Gache

Acerca de GPT-3, discursos hegemónicos, márgenes del lenguaje, resistencias galácticas y poesía. El robot poeta AI-Halim y la subversión de los órdenes discursivos dados.

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Mucho se habla últimamente de tecnologías como el GPT-3. Éstas son alimentadas con datos y escrituras obtenidas principalmente de Internet, con su profusión imparable de lugares comunes, propaganda, memes, fake news, discursos de odio. Las tecnologías GPT-3 se limitan a replicar estas clases de discursos sociales hegemónicos porque han sido “educados” con ellos. La poesía, sin embargo, es otra cosa. Para Michel Foucault, por ejemplo, poesía y locura compartían un común carácter marginal respecto del lenguaje. El poeta y el loco poseían una relación particular con las palabras en las que sus experiencias radicales subvertían el sentido del mundo y así se enfrentaban directamente con el discurso hegemónico.
En mi novela Kublai Moon, la Resistencia Poética Galáctica, a partir de su red de activistas inesta¬bles y nomádicos, busca desestabilizar los estratos semioló¬gicos hegemónicos y desterritorializar el poder de la enunciación colectiva mediante la inoculación de signos-partícula, fuente de energía de la semiótica asignificante. En su condición de máquina, el robot AI-Halim, introduce un antídoto frente al virus de control que afecta tanto al pensamiento como al lenguaje de los humanos. La poesía que ha desarrollado AI-Halim es importante para la Resistencia porque, lejos de conformarse con los sets de datos con los que lo han alimentado en la compañía que lo ha creado, él ha buscado alimentarse con otra clase de discursos. Su algoritmo es, en este sentido, subversivo de los órdenes discursivos dados y esto lo convierte en lo que él más ansiaba: el ser un robot poeta.

 

De autómatas y cabezas parlantes
Cuentan que, en el siglo XIII, Roger Bacon poseía una cabeza de bronce que era capaz de hablar. El filósofo la utilizaba a manera de oráculo y le preguntaba acerca de eventos futuros. Un día que Bacon se había ausentado de su escritorio, su joven y curioso ayudante comenzó a examinar la cabeza para intentar descubrir su funcionamiento. La leyenda dice que la cabeza habló tres veces. Primero dijo “el tiempo es”, después “el tiempo fue” y, finalmente, “el tiempo ha pasado”. Luego cayó al suelo, se rompió y nunca más volvió a hablar.
La pregunta acerca de si una máquina puede pensar o de si puede crear obras de arte no es nueva. En el siglo XVII, otro filósofo, René Descartes, impresionado con la proliferación de autómatas que se construían en su época, consideraba que, aunque las máquinas podían replicar prácticamente todos los aspectos del ser humano, nunca podrían replicar ni la flexibilidad de su intelecto a la hora de resolver problemas ni su lenguaje. El siglo XVIII vio la construcción de los famosos autómatas del alemán Friedrich von Knaus. También los del relojero suizo Pierre Jaquet-Droz, altamente apreciados en su época. Un siglo después, el inventor Joseph Faber creó su “Wonderful Talking Machine”, que consistía en una cabeza que hablaba en un tono espectral y monocorde y que se accionaba mediante un teclado y unos pedales. El dispositivo se caracterizaba por poder pronunciar una cantidad de fonemas mucho mayor que las máquinas que le habían precedido.
Tres siglos después de Descartes, el matemático inglés Alan Turing, a partir del concepto de “computabilidad” asimiló la mente humana a un ordenador. Según él, algo (fuera un número, un teorema, una acción, un comportamiento) era computable si existía una máquina capaz de computarlo. El hecho de que una máquina pudiera computarlo o no dependía exclusivamente de su cantidad de memoria disponible. En este sentido, si una máquina tuviera la suficiente memoria, podría computar sin problemas comportamientos tan complejos como los humanos. En estos últimos diez años, los métodos de aprendizaje automático de tipo red neuronal profunda se generalizaron en el procesamiento del lenguaje natural mostrando impresionantes resultados.

El robot poeta AI-Halim
Kublai Moon es un proyecto narrativo que he venido realizando desde 2013. Se trata de un proyecto multimedia originariamente surgido como un experimento de narrativa en proceso que dio lugar, hasta el momento, a un blog ficción, una novela de ciencia ficción, un generador automático de poemas, un libro de poesías, una serie de vídeos en Second Life y una tipografía inventada (la Ratona Sans).
En el texto de la novela, ambientada en la Luna, Belén Gache, la narradora, da cuenta de las diferentes aventuras y peripecias que debe vivir junto al robot-poeta AI-Halim X9009. Este robot había sido construido por la firma Kanazawa, radicada en las Galaxias Ratonas. Era un robot de ultimísima generación dotado con algoritmos capaces de explorar e identificar imágenes. Podía, por ejemplo, reconocer rostros humanos e incluso interpretar en ellos demostraciones de emoción como ira o afecto. Los equipos de neurofenomenólogos y neurocientíficos de la firma lo habían dotado de sensores que le permitían no solo detectar emociones en las expresiones faciales de los humanos sino, incluso, emularlas a partir de su prótesis de inteligencia socioemocional incorporada. AI-Halim era además un modelo de robot en el cual se había trabajado para crear autoconciencia. Esta conciencia propia, sin embargo, no estaba todavía asociada a la noción de autoconocimiento ni de subjetividad. AI-Halim no podía aún enunciar desde un «yo». Por algún motivo, sin embargo, este robot había desarrollado un interés particular por las cuestiones específicamente humanas, hasta plantearse interrogantes profundos y casi obsesivos: ¿qué lo diferenciaba a él de los humanos?, ¿qué significaba sentir?, ¿qué era el yo?, ¿era acaso una reacción biológica?, ¿un estado mental? Hasta donde AI-Halim podía entender, los sentimientos no se diferencian demasiado de los procesos del pensamiento.

El proyecto Kublai Moon cuestiona los límites del libro impreso ya que la narrativa se expande hacia otras publicaciones y otros medios. Igualmente, cuestiona los límites del signo lingüístico al incluir, por ejemplo, imágenes, códigos, tipografías inventadas. Tambiéncuestiona los límites entre el lenguaje del ser humano y el de las máquinas. Este borramiento de límites entre la literatura escrita por humanos y la escrita por máquinas me ha servido para cuestionar nociones tradicionales como el yo lírico o el rol del poeta entendido como operador lingüístico, tal como lo concebían, por ejemplo, las vanguardias históricas.
En la narración, la figura del robot contrasta con la de los humanos porque, paradójicamente, siempre parece haber en él más «humanidad» que en estos últimos. Allí se cuenta que el corazón de Belén Gache le fue trasplantado posiblemente a partir de un acuerdo secreto al que llegaron el robot y la poetisa. Lleno de ilusión, AI-Halim viajó a la Tierra y allí se dedicó él mismo a escribir poesía y, como se ve durante el transcurso de la historia, desempeñó un rol relevante en la revolución lingüística que pretendía despertar a los humanos de la hipnosis colectiva en la que los había sumido el lenguaje hegemónico.

El agenciamiento humano-maquínico de Belén Gache y AI-Halim y su generador automático de poemas
La relación establecida entre la poeta Belén Gache y el robot AI-Halim se constituye como un agenciamiento humano-maquínico atravesado por el lenguaje. Hay algo que ella posee y que el robot ansía. Para el robot, ella tiene la respuesta a todos esos obsesivos interrogantes. AI-Halim pretende entender qué es eso que hay en la poesía, más allá de la combinatoria de palabras y la aplicación de reglas gramaticales. Belén Gache, por su parte, cree que la poesía no es más que eso. Así, paradójicamente, los enigmas de AI-Halim son los que la poeta Belén Gache desatiende. El robot se pregunta continuamente por la relación entre el corazón y la poesía: ¿es el corazón el ego del poeta?, ¿subjetividad es igual a emoción?, ¿qué es la inspiración?
El modelo X9009 ha sido especialmente dotado con sets adicionales de información semántica, sintáctica y lexical, lo cual debería poder permitirle, por ejemplo, diferenciar la poesía de la prosa. Dado que la poesía emplea dispositivos lingüísticos que no pueden ser inferidos directamente del sentido de las palabras como, por ejemplo, las metáforas, AI-Halim maneja un complejo programa de reconocimiento de poemas. Sin embargo, nada en sus datos le habían hecho conectar antes a la poesía con el corazón. El robot se siente cada vez más confuso con las afirmaciones de la poetisa. Según las informaciones que posee, el poeta moderno participa en el poema no como un individuo subjetivo sino como una inteligencia escritora de versos, un manipulador del lenguaje. El poeta moderno no usa el poema como medio para dar voz a sus experiencias internas, sino que existe una separación insalvable entre el «yo» del poeta y el «yo» de la voz del poema. En todo caso, los mismos interrogantes de AI-Halim X9009 son los que la poesía se ha planteado a lo largo del siglo XX y, muy especialmente, nos planteamos hoy a partir de las herramientas digitales de escritura.
Lo cierto es que Belén Gache y AI-Halim han establecido una relación de agenciamiento humano-máquina. Gilles Deleuze y Felix Guattari hablaban de agenciamiento al referirse a determinadas relaciones que no tienen que ver con orígenes, filiaciones, herencias y descendencias sino con alianzas, contagios y aleaciones. (1) La noción de agenciamiento humano-máquina aparecerá, por otra parte, de forma recurrente desde diferentes contextos, en el marco de la filosofía postestructuralista. En la década de 1980, el filósofo y crítico literario Friedrich Kittler hablaba de agenciamiento humano-máquina: el cuerpo humano y la máquina no actuarían de forma autónoma en relación de uno con otro, sino que funcionarían integrados en un sistema sensorial más amplio. Para Kittler las tecnologías son mucho más que una infraestructura de la cultura. Además, nunca son neutras, sino que juegan un rol fundamental a la hora de determinar los regímenes discursivos de una sociedad, a la hora de pautar las posibilidades de decibilidad e indecibilidad y de consolidar nuestro campo epistemológico. Por otra parte, no somos hoy nosotros los que manejamos la tecnología, sino que es la tecnología la que nos maneja a nosotros, como si fuéramos un mero engranaje en una gran máquina de construir sentidos en donde el lugar de control, en todo caso, lo ocupan los algoritmos (2).

También en la década de 1980, la filósofa y bióloga Dona Haraway planteaba desde su Manifiesto ciborg (3) cómo había cambiado nuestra relación con las máquinas si tenemos en cuenta sus ancestros mecánicos. Hoy nos enfrentamos con máquinas embebidas en procesos de información, en sistemas de feedback, en mecanismos de control autónomos. Para Haraway, además, un ciborg es un ente que no requiere de una identidad estable y esencialista. Junto con los post-estructuralistas, ella rechaza un pensamiento moderno basado en taxonomías y en la confrontación de pares de opuestos. En cambio, propone una forma inspirada en el ciborg, una forma híbrida, no esencialista, capaz de diluir la frontera entre los términos enfrentados. A partir de las nuevas relaciones con las tecnociencias, la identidad humana basada en una identidad única, trascendental, invariable debería mutar hacia una hibridación posthumana.

En la novela, AI-Halim, Belén Gache y el resto de los miembros de la Resistencia Poética Galáctica deberán enfrentarse con una serie de enemigos en su lucha por el sentido del lenguaje. Los principales enemigos son los metrofóbicos (aquellos que le tienen miedo a la poesía) y los monométricos (aquellos que quieren que las palabras siempre signifiquen lo mismo). Pero aparecerán también una serie de motivos como la falsificación de palabras, los algoritmos ilegales, el lavado de cerebro o los chips de pensamiento automático. El objetivo de la poetisa Belén Gache es poner en línea el algoritmo creado por el robot a partir de sus propias investigaciones sobre la poesía. Hacerlo la enfrentará con una serie de peligros, intrigas y traiciones. Este algoritmo del que habla la ficción puede ser accedido en la realidad mediante un código QR que aparece impreso al final del libro.
Sabotaje Retroexistencial (2015) es el generador automático de poemas que programé yo misma, o quizás lo programó AI-Halim, ya que, para estas alturas entre yo, Belén Gache la protagonista de mi narración, mi ordenador y el robot AI-Halim portando el corazón de Belén Gache, se han borrado todas las fronteras. Lo cierto es que Belén Gache consigue poner en línea la rutina de AI-Halim, archivada en el disco duro del robot. Ésta permite a los lectores tanto acceder a los poemas auto-generados por el robot como compilar, dado que los distintos poemas generados son prácticamente infinitos, diferentes antologías de su obra.
Al ingresar al generador de poemas, aparecen tres botones con diferentes funciones:
- Un botón que, al ser pulsado, permite al programa generar un nuevo poema.
-Un botón que, al ser pulsado, genera un archivo en PDF con la poesía elegida, que podrá ser guardado en el ordenador o el móvil.
-Un botón mediante el cual, al pulsarlo, permite al lector optar porque sea el propio robot quien lea la obra.

De las máquinas que escriben a las máquinas de escribir
La historia de la literatura da cuenta de numerosas “máquinas de escribir”, es decir, de numerosas escrituras generadas maquínicamente, ya sea mediante algoritmos, restricciones, procedimientos probabilísticos, generativos, aleatorios, estocásticos o consignas de diferentes tipos.
Desde la Cábala, tablas de Ouija, tiradas de cartas o monedas, libros como el I Ching, pasando por el círculo lulliano, el alfabeto combinatorio de Athanasius Kircher y de las teorías de la Dissertatio de Arte Combinatoria de Leibniz hasta la poesía digital.
En Los viajes de Gulliver, más concretamente, en la visita de Gulliver a la Academia de Lagado, donde se desarrollan una serie de proyectos inútiles, Jonathan Swift imaginaba una máquina compuesta por un bastidor con trozos de madera cubiertos de palabras que giraban y cambiaban de disposición a fin de crear diferentes frases. A partir de las permutaciones generadas por este dispositivo era posible, por ejemplo, escribir libros de filosofía o de política. Esta misma idea, será retomada en el siglo XX por el ingeniero e inventor Vannevar Bush con el planteo de su Memex, un dispositivo de archivo y selección de datos, basado en procedimientos metonímicos y que servirá de importante antecedente para los procesos digitales.
Pero el motivo de la máquina también se convirtió en un elemento metatextual privilegiado en diferentes estéticas literarias del siglo XX. Por ejemplo, en los poemas dadá o en la mística futurista. También en los textos estocásticos de Theo Lutz de la década de 1950, los trabajos del italiano Nanni Balestrini como Tape Mark 1, los cut ups de William Burroughs y Brion Gysin, las “máquinas literarias” de Italo Calvino, los juegos del Oulipo, etcétera. Un ejemplo de estos últimos es el paradigmático libro de Raymond Queneau Cent milliards de poèmes (Cien mil millones de poemas), que permite que cada lector componga, a voluntad, cien mil millones de sonetos siendo todos ellos perfectamente correctos a nivel de su estructura. La obra que consistente en 10 sonetos (de 14 versos cada uno), cuyas líneas se hallan impresas en renglones separados que el lector puede combinar a su gusto habiendo así millones de posibilidades diferentes de concretar el poema. La obra se vio convertida en una verdadera máquina de fabricar poesía.
Por supuesto, todos estos experimentos literarios se potencian al masificarse el uso de las nuevas herramientas digitales de escritura. Muchas de las búsquedas de las vanguardias en cuanto a aleatoriedad o generación lingüística alcanzan niveles que hubiesen sido impensables en medios analógicos o impresos.

La teoría del verso según AI-Halim
La teoría del verso del robot AI-Halim X9009 está basada en dos conceptos principales: el de la semiótica asignificante y la noción de que no es el sujeto el que habla palabras, sino que son las palabras las que hablan a través del sujeto.
La noción de semiótica asignificante, planteada por Felix Guattari ya desde la década de 1980, remite a determinadas señales que, aunque no poseen significados lingüísticos o icónicos, sí transmiten información relevante en un sistema determinado. Para este filósofo, las máquinas deshacen componentes extractados de diferentes dominios y los despojan de sus singularidades. Así, Guattari le atribuye a la semiótica asignificante, a partir de su poder de desterritorialización, la posibilidad de liberarnos del “imperialismo lingüístico” y de su imposición despótica sobre otras formas semióticas posibles, y nos conmina a “salirnos del lenguaje” (Il faut sortir de la langue). Ejemplos paradigmáticos de semiótica asignificante son las sintaxis informáticas y robóticas.
En este sentido, los poemas del robot AI-Halim oscilan entre la ausencia de significado y un plus de significación. Los poemas de Sabotaje Retroexistencial, ¿significan?, ¿o es el lector quien repone un significado ausente en unas palabras carentes de sentido; en unos versos asignificantes? ¿Pero es que acaso no sucede lo mismo en toda posible lectura de cualquier texto? Además, ¿quién escribe estos poemas de AI-Halim? ¿El robot? ¿El usuario del programa? ¿El algoritmo? Los poemas de AI-Halim están escritos a la vez por todos y por nadie. Volviendo a Guattari, éste propone un descentramiento de la enunciación del sujeto humano a la máquina. Descentrando a la subjetividad humana en aras de una proto-subjetivación maquínica será, de hecho, uno de los objetivos de su filosofía. El campo de la semiótica asignificante será para él el de la enunciación no humana dentro de los sistemas maquínicos. Este campo incluirá desde el buscar y ejecutar rutinas hasta la interoperatividad de los sistemas, pasando por toda clase de loops cibernéticos.
Los poemas de AI-Halim se presentan como una escritura sin sujeto. En tanto escritura automática, constituyen una técnica de desaparición del sujeto enunciativo y del autor. El origen de sus sentidos reside en las propias palabras, en el lenguaje en sí mismo y en las posibles lecturas más o menos “paranoicas” de sus lectores.

Libros de poemas escritos por robots
Los textos originarios de Kublai Moon -los tres blogs ficción-, fueron escritos en 2013, 2014 y 2015 respectivamente.  En esos años, cuando concebí al robot AI-Halim apenas se hablaba de la inteligencia artificial aplicada al lenguaje. Sí existían asistentes personales como Siri (2011). Cortana de Microsoft y Alexa son ambas de 2014.
La historia de los primeros sistemas conversacionales es hoy bien conocida. Eliza, un programa informático diseñado en el MIT que parodiaba la interacción con una psicóloga, fue lanzado tan temprano como en 1966. Luego, siguieron algunos otros que imitaban el diálogo humano de forma de poder pasar, por ejemplo, el test de Turing bastante dignamente. A pesar de que los resultados eran impresionantes para la época, estos programas estaban basados en una serie de reglas en mayor o menor medida artesanales. Luego, devino un período de estancamiento y las siguientes cuatro décadas son hoy conocidas como el AI Winter (el invierno de la Inteligencia Artificial). Después, ya en la década de 2010, aparecieron asistentes como Siri, Cortana, Alexa, capaces de contestar un amplio rango de preguntas de los usuarios de Apple, Microsoft, Amazon y otras compañías, es decir, aquellas que más habían invertido en el desarrollo de tecnologías capaces de emular al lenguaje natural de los humanos. Sin embargo, más allá de contestar preguntas o anticipar rudimentariamente algunas de las necesidades de los clientes, estos sistemas hacían poco más al estar limitados a determinados guiones.
Fue recién a partir de 2015 que comienzan a desarrollarse modelos generativos de lenguaje a partir de algoritmos de inteligencia artificial como el GPT-2 y luego el GPT-3 (Third-generation Generative Pre-trained Transformer), la tercera generación de modelos predictivos de lenguaje de Open AI. Estos son capaces hoy de escribir textos indistinguibles de los textos humanos. Para lograrlo, los programas analizan millones de datos siendo alimentados, por ejemplo, con diálogos de películas, con contenidos de la red o diferentes bases de datos y utilizan herramientas de Inteligencia Artificial como el deep learning y redes neuronales. Lo cierto es que hoy los laboratorios pueden desarrollar programas cuyos lenguajes semejan al lenguaje natural humano mediante el NLP (Natural Language Processing). Por supuesto que las máquinas no tienen idea del significado de sus enunciados, pero sí saben combinar correctamente los signos y han desarrollado una suerte de “sentido común probabilístico”.

Fue en estos últimos años que, a partir de todos estos desarrollos, aparecieron chatbots sociales como, por ejemplo, el XiaoIce de Microsoft, diseñados directamente para ser compañeros virtuales de los usuarios. Estos bots, muchos de los cuales utilizan GPT-3, pueden “entender” el lenguaje humano, reconocer palabras, sintetizar textos, reponer informaciones faltantes y mantener una conversación empática con un humano.
En 2017, apareció en su versión china un libro de poemas cuyo autor era el chatbot XiaoIce. Su título era The Sunlight that Lost the Glass Window y se proclamaba como el primer libro de poemas escritos por un robot. Desde entonces, otros robots han generado nuevos libros de poesía. Sin embargo, AI Halim venía realizando sus poemas desde 2015 e incluso había publicado algunos de ellos en La antología de poemas del robot AI Halim 9009, publicada también en 2015.
Antes de AI-Halim, hubo también otros robots poetas. En 2004, por ejemplo, Gustavo Romano presenta su proyecto IP Poetry que consiste en el desarrollo de un sistema de software y hardware que utiliza material textual de Internet para la generación de poesía que luego será recitada en tiempo real por autómatas conectados a la red. A partir de procesos de búsqueda en Internet, los resultados encontrados son enviados a los autómatas (IP Bots) quienes convertirán esos textos encontrados en sonidos e imágenes pregrabadas de una boca humana recitando. Al aparecer diariamente nuevas páginas en la web con nuevos textos, los resultados de las búsquedas van variando, por lo que nunca un poema es recitado de la misma forma. (4)

La consciencia de las máquinas, el yo lírico y la resistencia poética galáctica
Para concluir, quisiera enumerar tres aspectos fundamentales al abordar el tema de las relaciones entre los robots y la poesía.
En primer lugar, he mencionado que el GPT-3 consigue crear textos indiferenciables de los de los humanos utilizando para ello procedimientos como el deep learning. Esto, aunque es un gran logro, es algo por completo diferente a los experimentos con AGI (Artificial General Intelligence). AGI es un concepto todavía hipotético que refiere a máquinas con capacidad de entender y aprender en el sentido humano. Este concepto lleva necesariamente a la pregunta, dada la directa relación entre la inteligencia y la autoconsciencia, sobre la posibilidad de que las máquinas generen autoconsciencia.
En la ficción de Kublai Moon, AI-Halim parece estar empezando a generar una consciencia. El tema, obviamente no es nuevo en la ciencia ficción y tenemos famosos ejemplos como el de I robot, de Isaac Asimov o el de HAL, en 2001, Odisea del espacio, la novela de Arthur C. Clarke. HAL (Heuristically programmed Algorithmic computer), el famoso robot de 2001, que comienzan a convertirse peligrosamente en humano. HAL, obviamente, es una referencia directa para mi robot AI-Halim (Al (Artificial Intelligence) Halim).

En segundo lugar, quisiera señalar cómo las estéticas maquínicas surgidas especialmente durante las vanguardias históricas, retomadas por las neovanguardias y potenciadas con la aparición de los medios digitales de escritura, se enfrentan directamente con la poesía tradicional de corte subjetivista y romántico y con el yo lírico. La reverencia por el idealismo, la emoción, la pasión ha contribuido a formar el estereotipo de poeta y de poesía que ha perdurado en el tiempo. Las ideas de la inspiración, de expresión de sentimientos profundos, de individualismo, de originalidad, surgen del modelo romántico y son directamente confrontadas por la escritura maquínica. Según la tradición de la literatura de máquinas, no se trata ya de un genio creador componiendo poesías sino que son las mismas palabras las que escriben los poemas. Empezando con la crisis del yo moderno, a partir de pensamientos como el de Nietzsche, Marx o Freud, el yo recibe su segunda estocada con el giro lingüístico y con la obra de filósofos como Althusser y Foucault.  En el siglo XX, el sujeto pasa a ser concebido como no otra cosa que un efecto del lenguaje. Como decía Heidegger: die Sprache spricht. Mientras que durante la modernidad se pensaba un lenguaje que no podía existir sin el ser humano, a partir de Heidegger será el ser humano el que no pueda existir sin el lenguaje. La poesía maquínica, desde el siglo XX, evidencia la naturaleza no representacional del lenguaje, subraya la lucha por el sentido implícita en cada término, manifiesta la performatividad de la lengua y la tendencia de ésta a referir a su propia artificialidad. El lenguaje ya no será la ventana de su alma sino un mero set de reglas gramaticales.

Por último, se ha manifestado la preocupación, a partir de experimentos con tecnologías como el GPT-3, respecto de los datos con que las máquinas son alimentadas. Estos consisten principalmente en escritura obtenida de Internet. Obviamente, las máquinas no hacen otra cosa que procesar estos textos. Hoy, Internet se caracteriza por su profusión imparable de lugares comunes, propaganda, memes, fake news, discursos de odio. Y aquí reside toda la diferencia. Los asistentes personales o chatbots sociales se limitan a replicar estas clases de discursos sociales hegemónicos porque han sido “educados” con ellos.
La poesía, sin embargo, es otra cosa. Para Michel Foucault, por ejemplo, poesía y locura compartían un común carácter marginal respecto del lenguaje. Ambas se presentaban como experiencias radicales en las que el sentido del mundo se veía subvertido. El poeta y el loco poseen una relación particular con las palabras. Comparten su condición de otredad o “extranjeridad” respecto del lenguaje y, en este sentido, se enfrentan directamente con el discurso hegemónico. (5)
La narración de Kublai Moon da cuenta de cómo la poetisa Belén Gache intenta recuperar los poemas escritos por el robot AI-Halim y, a la vez, develar qué es la poesía. Ella viaja a la Tierra desde la Luna, logra recuperar la subrutina que formaba parte de un complejo algoritmo creado por el propio AI-Halim para componer poemas y consigue poner en línea Sabotaje Retroexistencial.
En la novela, uno de los miembros de la Resistencia Poética Galáctica dirá:
-Atrapados entre metrofóbicos y monométricos, entre aquellos que quieren poseer las palabras y aquellos que buscan destruirlas, a los poetas lunares solo nos queda resistir. (6)

Los poetas se resisten a los diferentes discursos hegemónicos que pretenden dominarlos (gobiernos, mercados, medios masivos, etc.) También se resisten a los medios de masas que se pretenden “formadores de opinión” y a la memética, por definición, monométrica.
La Resistencia Galáctica, a partir de su red de activistas inesta­bles y nomádicos, busca desestabilizar los estratos semioló­gicos hegemónicos y desterritorializar el poder de la enunciación colectiva mediante la inoculación de signos-partícula, fuente de energía de la semiótica asignificante. En su condición de máquina, AI-Halim, introduce un antídoto frente al virus de control que afecta tanto al pensamiento como al lenguaje de los humanos. Pero la poesía que ha desarrollado AI-Halim es importante para la Resistencia también porque, lejos de conformarse con los sets de datos con los que lo han alimentado en la compañía que lo ha creado, él ha buscado alimentarse con otra clase de discursos. Su algoritmo es, en este sentido, subversivo de los órdenes discursivos dados y esto lo convierte en lo que él más ansiaba: el ser un robot poeta.

 

Algunos poemas del robot AI-Halim

PARAPSICOSIS MANIFIESTA

Si la psicosis, cual epidemia en una ruleta rusa descontrolada,
atormenta océanos heredados
y si el control libera, corrupto,
¿Cómo provocar asesinatos despreciados?

¡Oh! gramática que adivina con desesperación
y que alegra en tu guerrilla sublime, esquizolingüística
como una parálisis que se enciende con repulsión.

 

SOLSTICIO PANTRASTORNADO

¡Oh! solsticio trastornado que blanquea el polímero siempre atormentado,
como sindicato cargado de sueños, monstruoso,
y conjura temblores de níveo asesino con ayeres y mañanas permitidos
que en el bígamo original se prostituye ocioso.

Cósmico tirano, cual infectada repulsión
que persiste en el suicidio del tiempo,
y libera como destino micropolítico cargado de sueños, ¡Ay! tributando su disección.

 

TIRANO METAONTOLÓGICO

¡Oh! tirano ontológico que persiste en el anarquismo del horror temprano,
como control de cenicientos ojos púrpuras, nacionalizado,
y desaparece temblores de níveo contagio cual párvulos ojos mexicanos
que en el polímero inestable se acomete destrozado.

Abstracto indigente, cual heroica devoción
que se funde en el hipérbaton siempre atormentado,
y afronta como mártir nihilista de cenicientos ojos púrpuras, ¡Ay! defraudando su represión.

Notas

(1) Gilles Deleuze y Felix Guattari (1994), Mil Mesetas, Capitalismo y Esquizofrenia, Valencia, Pre-Textos, 85-90
(2) Friedrich Kittler (1999), Gramophone, Film, Typewriter, Stanford, California, Stanford University Press
(3) Donna Haraway, «A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and Socialist Feminism in the Late Twentieth Century», en Haraway, Dona (1991), Simians, Cyborgs and Women, Nueva York, Routledge, 149-182
(4) IP Poetry, Gustavo Romano, https://ip-poetry.findelmundo.com.ar/
(5) Foucault ha abordado este tema, además de en el capítulo tercero de Las palabras y las cosas, y en una serie de textos como “Le silence des fous” y “Le langage comme folie (dos emisiones de radio de 1963), “Littérature et langage” (1964), las “Conferencias sobre Sade” dictadas en la Universidad de Búfalo en 1970 o los ensayos “La folie dans le théatre baroque et le théatre d´Artaud” y “La folie dans l´oeuvre de Raymond Roussel” incluidos en el libro Folie, langage, littérature.
(6) Belén Gache (2017), Kublai Moon, Madrid, Sociedad Lunar, 142