En el laberinto

Laberinto trazado en el pavimento de la catedral de Chartres (1205). El sendero del laberinto representaba una peregrinación simbólica a ser recorrida por el peregrino.

En su novela Dans le labyrinthe, Allain Robbe-Grillet nos presenta a un soldado a quien un compañero agonizante ha encargado entregar un paquete. El soldado no sabe qué contiene el paquete y deambula a través del laberinto de calles que no conoce, en una ciudad que no conoce, vestido inclusive con un uniforme que no le pertenece y del cual ignora el propietario, buscando una calle que no logra encontrar y de la cual, de hecho, ni siquiera se acuerda correctamente el nombre.

“El soldado levanta la vista en busca de las placas esmaltadas que deberían señalar el nombre de las calles. Sobre una de las fachadas, el ángulo de piedra no lleva ninguna indicación. Sobre la otra, más o menos a tres metros de altura, está colocada una placa azul reglamentaria con el esmalte saltado en astillados pedazos como si los muchachos se hubieran entretenido en tomarla por blanco de sus piedras. Sólo la palabra “calle” ha quedado legible…”

Robbe-Grillet nos muestra a partir de las experiencias de este anónimo soldado que se encuentra en una ciudad extranjera durante la ocupación alemana, el desconcierto, la confusión y la desprotección de la posguerra. El joven recorre las calles semidesiertas  pasando una y otra vez por lugares por los cuales le parece ya haber transitado, encontrándose con personajes que le son vagamente familiares sin poder terminar nunca de reconocerlos, sin terminar nunca de poder orientarse.”  (Escrituras Nómades, del libro perdido al hipertexto, 2006)