El libro del Fin del Mundo

Filed under: Ficciones y microficciones | Tags: | marzo 1st, 2011
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El imperio de Roberto el Intempestivo estaba constituido por cientos de provincias, principados y reinos. Allí se hablaban 200 lenguas y se escribía con 180 alfabetos. Allí existían 300 diferentes calendarios y se adoraban 280 diferentes dioses. Apenas asumió, Roberto el Intempestivo mandó construir una muralla alrededor de su imperio y decretó que, en adelante, el mundo sería solamente el territorio contenido dentro de la misma. Inventó también una nueva lengua y ordenó que todos sus súbditos debieran utilizarla. Luego, hizo una enorme montaña con todos los libros que habían sido escritos antes de su reinado y les prendió fuego. Roberto dedicó el resto de su larga vida a escribir un único libro, El Libro de la Verdad, en donde consignó el verdadero nombre de todas las cosas.

Ulrico el Consecuente, sucesor de Roberto en el trono, consideró las reformas del emperador anterior como un sacrilegio: una única lengua y un único libro eran, sin duda, inadecuados para nombrar toda la variedad de cosas que había en el imperio.  Dedicó entonces largos años a recorrer monótonas llanuras y empinados valles,  desoladas playas e inhóspitos desiertos. Incluso llegó hasta los mismos confines del mundo buscando libros que hubiesen escapado de la hoguera de Roberto. Con los escasos fragmentos sueltos que encontró, fue formando poco a poco el Libro del Fin del Mundo. Debido a su larga ausencia, en Palacio lo dieron por muerto. Entonces, Pedro el Obcecado fue nombrado Emperador.

Cuando Ulrico regresó, no sólo se enteró de que un nuevo emperador gobernaba sus tierras sino también de que el mismo había ordenado quemar todos los ejemplares del Libro de la Verdad. Ahora, Pedro dedicaba sus días a escribir un nuevo y único libro: El Libro de la Verdad Indudable.


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