Belén Gache

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  Abducidos por las palabras, de zombis, avatares y lectores

 

por Belén Gache. 2008.

 

TRANSPORTADOS A OTROS MUNDOS: EL LECTOR COMO ZOMBI
En 1975, el escritor y artista visual argentino Leandro Katz publicó en Nueva York el libro Self Hypnosis. Allí presenta un texto que, formado mediante un cut up de textos pertenecientes a autores como Severo Sarduy, Roland Barthes, Guy Debord y Raoul Vaneigem, habla de prisiones y modelos mentales, de esquemas ideológicos y estéticos, de convenciones de la cultura, de creencias e ilusiones, de realidades travestidas, de poderes y promesas de grandeza, de mitos y mistificaciones, de fraudulencias y supersticiones. Los capítulos, cada uno de los cuales se inicia con la imagen de una mirada hipnótica tomada de la publicidad de un curso de auto-hipnosis en la isla de Curaçao, están numerados de atrás para adelante siguiendo la convención del hipnotizador: 10...9...8...7...6.... De esta manera, Katz remite a la idea de que, al concluir la lectura del libro, el lector se encontrará completamente sumido en un trance hipnótico.
La hipnosis, estado caracterizado por la extrema susceptibilidad, la relajación y una particular estimulación de la imaginación, es frecuentemente comparada con la “perdida del yo” producida al leer un libro. Tanto en un caso como en otro el sujeto permanece en un estado de sugestión mental fundada sobre la inducción verbal. El poder con el que cuenta el hipnotizador es, de hecho, el poder invocante de las palabras. Las palabras poseen el poder de influenciar nuestra vida conciente e inconciente, nuestro comportamiento y nuestras mismas realidades. El estudio de este fenómeno adquirió formas en ocasiones bastante apocalípticas. En los años 1940, por ejemplo, estudiosos de la comunicación señalaban la manera en que los mensajes emitidos por los medios masivos actuaban como agentes hipnotizantes, concibiendo tesis como las denominadas de la “Bala Mágica”, o la “Teoría de la aguja hipodérmica”. Según estas teorías, los contenidos que disparaban los medios masivos surcaban el aire y penetraban la mente de la audiencia convirtiéndola en zombi, en receptores pasivos a los cuales se les inyectaban ideas y que luego de escuchar determinadas consignas saldrían de sus casas a votar a quienes se les había indicado o a comprar el producto que se les había recomendado. De allí a la teoría del esclavo zombi hay sólo un paso. (1)
El poder de las palabras fue utilizado a lo largo de la historia en formas que van desde la persuasión de las campañas políticas o publicitarias hasta conjuros mágicos, mantras y oraciones. El fenómeno fue ampliamente utilizado por místicos y religiosos, instaurándose muchas veces ellos mismos portavoces de la misma palabra de Dios.
En rituales como el bautismo, en diferentes religiones, la palabra adquiere un poder fundante. El dar nombre se convierte en la metáfora de dar existencia. Igualmente, el nombrar guarda la primigenia fuerza de domesticar y dominar a un mundo desconocido e inefable. Todo proceso de simbolización se convierte, en este sentido, en un acto mágico.
Un caso particular es el caso de la ficción. La ficción posee la capacidad de crear incluso nuevos mundos. En 1974, el filósofo Alvin Plantinga, sostenía que cada libro era un mundo en sí mismo, desarrollando su argumento desde el contexto de la teoría de los mundos posibles. En la década de 1970, esta teoría de los mundos posibles tuvo gran auge en los estudios literarios. Intentando establecer el estatuto de existencia de los mundos creados por la ficción, la misma sostiene que los universos ficcionales son, de hecho, tan autónomos como el propio universo que habitamos. (2)
Las palabras en la ficción, al igual que en la hipnosis, parecen abducir a los lectores de su particular entorno físico. Los transportan de sus respectivas coordenadas espacio-temporales haciéndolos ingresar en las del mundo de los textos. De esta forma, su cuerpo se ve desdoblado, desplazados hacia puntos del tiempo y del espacio otros que los de su realidad física. Los lectores se convierten en una suerte de viajeros inmóviles.

MUNDOS POSIBLES, CUERPOS POSIBLES:
El crítico literario belga Georges Poulet reflexionaba acerca de la manera en que el texto de un libro atrapa al lector y lo introduce en un mundo ajeno. Para él, un libro cerrado es meramente un objeto mientras que un libro abierto se convierte en una ventana de ingreso a otro mundo. El lector es abducido por el texto, y pierde el sentido de su propio yo ingresando en la subjetividad propuesta por la narración.
En su clásico artículo "A Phenomenology of Reading" Poulet señala:
“Cuando estoy absorbido en la lectura, es como si un segundo yo tomara mi lugar, un segundo yo que piensa y siente por mí (...) Mi conciencia se comporta como si fuese la conciencia de otra persona.”  (3)
Curiosamente este “otro yo” que menciona Poulet, también es mencionado en referencia a estados como el sueño o la ensoñación. Los personajes de los sueños son alter egos del soñador y las historias que les toca vivir no tienen nada que ver con las historias de los soñadores reales. La figura del alter ego o doppelganger, por su parte, aparece con frecuencia en ficciones que involucran a universos paralelos.
El tópico del desdoblamiento del cuerpo o de la abducción hacia los espacios de ficción ha recobrado fuerza a partir de la aparición de mundos sintéticos, desde Second Life o Active Worlds hasta el Habbo Hotel. Los mundos sintéticos se constituyen como nuevos espacios heterotópicos como lo son el del sueño o el de la ficción y el sentido de dislocación espacio-temporal en el ciberespacio es similar al de los mismos.
La idea de la relatividad existencial de los mundos y el pasaje entre diferentes clases de mundos era central para la teoría de los mundos posibles. Desde este contexto, la teórica literaria Marie Laure Ryan hablaba de “poéticas de la inmersión” y señalaba la manera en que el lector es completamente absorbido por el mundo evocado por la obra, deviniendo ajeno a su propio aquí y ahora. La conciencia del lector se ve recentrada en el mundo ficcional. (4)
Con respecto a los medios digitales, el fuerte sentido de presencia personal activa que proporcionan nos da la posibilidad de experimentar diferentes versiones de nosotros mismos y de encarnar diferentes personajes que incluso poseen existencia perceptual: los avatares, que circulan en estos mundos virtuales.
El término “avatar” proviene del sánscrito y refiere al concepto de encarnación. Esta palabras, en el sentido de alter ego de un usuario de la red, fue popularizada en la novela ciberpunk Snow Crash. (5) El avatar funciona como un cuerpo mediador que pasa a formar parte de las leyes del mundo posible que le propone el medio digital. El entorno de dicho mundo es percibido a partir de este cuerpo vicario.

DE LECTORES QUE SE HAN METIDO EN EL LIBRO Y AVATAR QUE LEEN
Existen varios ejemplos literarios en los cuales los lectores, lejos de permanecer en el mundo real enfrentados a las páginas de mundos ficcionales, cruzan el límite del libro y se introducen en el  mismo. He aquí tres clásicos. Uno. En el Quijote de Cervantes, Don Alonso Quijano ha leído tantos libros de caballería que cree que él mismo es un caballero errante y que el mismo mundo es un libro que se rige con las leyes de la ficción. Tan sumergido está este lector dentro del libro que en la segunda parte del quijote el autor, jugando con diferentes planos de realidad, incluye a la primera edición del quijote así como a la segunda parte apócrifa, de manera que Alonso Quijano, el Quijote, termina en la misma ficción leyendo un libro cuya existencia es real. Dos. El escritor argentino Julio Cortázar nos presenta a un lector que termina siendo un personaje dentro del libro que lee y, de hecho, muere asesinado por otro de los personajes, en el cuento Continuidad de los parques. Tres. En su novela Si una noche de invierno un viajero, Italo Calvino manipulea al lector (a la vez real y ficcional) y lo somete a  sucesivas interrupciones de la lectura del texto. El personaje de Ludmila, por ejemplo, se convierte en figura paradigmática del lector que busca ser abducido por las palabras a toda costa y que se niega terminantemente a confrontarse con el vacío y las estrategias de autorreflexividad planteadas por la narrativa posmoderna.
Cuando el mundo se convierte en un libro o el libro en mundo, como señalaba Jorge Luis Borges, sentimos una cierta inquietud ya que tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros sus lectores o espectadores podemos ser ficticios. (6) Los medios digitales complican aun más el entramado ontológico de los mundos.
En la década del 80, William Gibson había concebido, en el marco de sus libros Burning Chrome y Neuromancer el término “ciberespacio”. Este espacio era por él concebido como “una alucinación concensuada, experimentada diariamente por billones de operadores en todas las naciones”, como “ líneas de luz, constelaciones de datos que se ordenan en el no-espacio de la mente”(7) Con la aparición de Internet, el término ciberespacio comenzó a utilizarse como sinónimo del espacio virtual creado por la red informática, incluyendo a su vez diferentes espacios, como por ejemplo Second Life, generadores de realidades paralelas que requieren por parte de los usuarios altos grados de inmersión.
El 2 de agosto de 2007, el mismo Gibson presentó su nuevo libro Spook Country eligiendo para su presentación no otro lugar que el mismo ciberespacio de Second Life. Gibson, a través de su propio avatar, se sentó frente a un micrófono y procedió a la lectura de determinados pasajes de su libro. Los lectores de Gibson asistieron igualmente a la presentación valiéndose de sus respectivos avatares 
“Gradualmente, su lectura comenzó a ejercer su magia y todos fuimos transportados a la escena en la que a la heroína le mostraban una nueva forma de arte en Los Ángeles, en la que, en un plano de realidad virtual, imágenes de diferentes tragedias históricas se superponían a escenas cotidianas de la vida real.” (8)
Los lectores, ya de por sí imbuidos en el ciberespacio, eran así incluidos a la vez dentro de la realidad de un texto en el que una realidad virtual se superponía a otra ficcional, mezcla de realidades a partir de la cual la frontera ontológica entre los diferentes estratos aparece borrada.

PRISIONEROS DE LA FICCIÓN DEL MUNDO
La idea de los seres humanos convertidos en personajes de un libro no es nueva. Desde la Edad Media existía el tópico del mundo como un libro escrito por Dios, en el cual todas sus criaturas eran personajes. Una idea similar aparecía en el tópico barroco del Libro del Destino. En ambos casos el mundo de la realidad se confundía con el mundo de las palabras. Michel Foucault, por ejemplo, veía a la figura del Quijote como un símbolo que evidenciaba la separación que había tenido lugar, a comienzos de la Edad Moderna, entre las palabras y las cosas. Don Quijote buscaba desesperadamente volver a unir los dos ámbitos cuya unión se había quebrado irremediablemente.
Con el advenimiento de la posmodernidad, a su vez, la relación entre palabras y cosas vuelve a replantearse. En este caso, lejos de ver a las palabras retornar a lo real, tal como ansiaba el Quijote, veremos a los textos extenderse, ganar preponderancia y convertirse ellos mismos en realidad. Son las mismas palabras las creadoras de mundos. Sea en la novela barroca, en la novela posmoderna o en el ciberespacio, quedaremos atrapados, al igual que los personajes dentro de un libro, en las redes del lenguaje.
Y en todo caso, al concluir la lectura y cerrarse las tapas del mismo, exclamaremos como el narrador del libro de Leandro Katz al despertarse de su trance hipnótico: Look! The system has fallen! Nothing is true!

 

BIBLIOGRAFIA
Ryan, Marie-Laure (1991) Possible Worlds, Artificial Intelligence and Narrative Theory, Bloomington, Indiana University Press

Ryan, Marie-Laure (2001). Narrative as Virtual Reality: Immersion and Interactivity in Literature and Electronic Media, Baltimore, Johns Hopkins University Press

Platinga, Alvin (1974), The nature of necessity, Oxford, Clarendon Press

Poulet, Georges, "Criticism and the Experience of Interiority" en Jane P. Tompkins (1980), Reader-Response, Criticism: From Formalism to Post-Structuralism. Baltimore, John Hopkins University Press

Poulet, Georges, “A Phenomenology of Reading”, en New Literary History, Vol 1, Año 1, octubre de 1969, pags. 53-68.

Katz, Leandro (1975), Self Hypnosis, New York, Viper´s Tongue Books

Gibson, Williams (2002), Neuromante, Barcelona, Minotauro

Gibson, William (1987), Burning Chrome, Nueva York, Ace Books

Michael Parsons, “William Gibson brings Spook Country to Second Life”, Times online, http://technology.timesonline.co.uk/tol/news/tech_and_web/
gadgets_and_gaming/virtual_worlds/article2192614.ece
, 3 de agosto de 2007

Cortázar Julio (1994), “Continuidad de los parques”, en Cuentos completos, Buenos Aires, Alfaguara

Calvino, Italo (1999), Si una noche de invierno un viajero, Madrid, Siruela

 

NOTAS:
(1)  Esta teoría surge de una experiencia realizada durante las elecciones de Franklin D. Roosevelt en 1940, para determinar los patrones de votación y las diferentes relaciones entre los medios y el comportamiento del público en relación con la política.

(2) Teóricos de la literatura como Marie-Laure Ryan, Lubomir Dolezel y Thomas Pavel han utilizado la teoría de los mundos posibles para estudiar nociones como la de “verdad literaria”, “ficción” y la relación entre ficción y realidad.
 
(3) Poulet, George (1980), op.cit.

(4) Ryan, Marie Laure (2001), op.cit.

(5) La novela Snow Crash fue escrita por el escritor norteamericano Neal Stephenson en 1992. Allí imagina una serie de simulaciones virtuales de cuerpos humanos que habitaban el espacio conocido como “metaverso”.

(6) Jorge Luis Borges (1974), “Magias parciales del Quijote”, en Obras Completas, Buenos Aires, Emecé

(7) Gibson, William (2002), op.cit

(8) en el artículo de Michael Parsons, op-cit.